Argonauta

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¡Vencí, crucé el Cabo de Hornos!

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domingo, 25 de octubre de 2009

U.S.A.



 
"  La Cruda"

A penas conseguí probar bocado de ese suculento desayuno cubano, sólo me saciaba el café. Tenía que estar despejado.
Los detalles se juntaban en mi cabeza con orden, todo tenía que salir según lo previsto. Yo solo tenía que ayudarle a meter el cadáver y algunos objetos más en el maletero del todo-terreno y ella se encargaba de borrar todas las huellas. Me dijo que parecería un accidente, que con lo que cobráramos de la póliza, más la venta de la casa y de las acciones de las empresas, tendríamos para vivir el resto de nuestros días desahogadamente.
Conocí a Mónica en unos almacenes de la Quinta Avenida, de una forma que ahora no diría que fue casual, aunque, ciertamente sí ingeniosa. Yo me estaba probando unas botas de escalada. Enfrente de mí, una mujer morena con ojos color castaño, grandes, enmarcados por unas cejas generosas, bien perfiladas, y unos pómulos que se descomponían suavemente para formar sus mejillas. Pelo negro, con un corte oriental, rectilíneo y descarado. Lucía elegantes maneras, parecía triste y vulnerable, aunque durante un momento, una fracción de segundo tal vez, me pareció ver en ella una mirada cruel y despótica cuando le atendía el dependiente. Éste se alejó con la cara descompuesta. Era una mujer bella y con estilo. En estas reflexiones andaba, cuando vi que el hombre que estaba sentado justo a su espalda, deslizó su mano en el bolso de ella. Me aseguré disimulando, probándome las botas y acercándome al individuo, le agarré por un brazo y le quité la cartera, el tipo dio un tirón y salió de la tienda como alma que lleva el Diablo. Se presentó, y me dio las gracias repetidas veces, se las acepté quitándo importancia al episodio. En compensación, y si usted accede por supuesto, me agradaría enormemente que almorzara conmigo.
Durante el almuerzo se mantuvo callada y pensativa. En la sobremesa, mientras disfrutábamos de un buen ron añejo dominicano, soltó amarras:-los problemas con mi marido van en aumento, al principio solo me gritaba humillándome públicamente, después vinieron las palizas. Después un prolongado silencio, que me hizo sentir incómodo. En una ocasión delante de ciertos “amigos” y en voz alta dijo:” te he encargado a medida unos bonitos zapatos de cemento”. Tengo miedo, no quiero dormir en mi casa esta noche,…ni ninguna otra.
Dos meses habían transcurrido desde ese día, y allí estaba yo, sentado en aquel restaurante cubano, haciendo tiempo pues a las doce tenía que recoger instrucciones en el apartado de correo convenido.
La nota que acompañaba a las llaves, era concisa y fría:
Recoger Mercedes Benz azul oscuro a las 19h, en el aparcamiento que ambos utilizábamos. Dirigirme a la Estatal 87, hasta Albany para cruzar la frontera de Canadá en Plattsburgh. Destino final Montreal, donde se reuniría con ella. Anochecía cuando conecté con la E87. El coche era cómodo y con potencia. Comenzó a llover, primero de forma intermitente y suave, y más tarde con fuerza e insistentemente. La noche se había extendido aprovechando la cobertura que le ofrecía la tormenta, sumiéndome en la más absoluta oscuridad. Agradecía una vez más la elección del coche. No había recorrido ni cien millas, cuando comencé a notar que había pinchado una rueda trasera. Decidí continuar un poco aminorando la marcha, por si encontraba un lugar a cubierto de la lluvia, donde poder cambiarla. Noté un destello rojo y otro azul después, por el retrovisor, vi que un coche de policía se acercaba deprisa, se puso a mi altura indicándome que parase. El agente se acercó a mí linterna en mano, alumbrándome a la cara me pidió la documentación. Mientras la comprobaba me dijo que los dos pilotos traseros estaban rotos, por tanto, tendría que sancionarme. Una vez firmada la denuncia, se ofreció a ayudarme a cambiar la rueda, acto que agradecí sinceramente. El policía se acerco a la rueda pinchada, y, señalándome el capó, me pidió que lo abriera para coger la rueda de repuesto y el elevador manual.
Cinco años habían transcurrido, y todavía conservaba el recorte de prensa que le entregó el abogado de oficio cuando se presentó como su letrado. El Alcaide de la prisión, un sacerdote, y dos agentes de prisiones, se acercaron a mi celda. Abrieron la reja preguntándome si estaba preparado, afirmé y procedieron a ponerme los grilletes en pies y manos. Solté el recorte encima del catre y salimos al corredor.
¡Ni la mencionan! Esta frase retumbaba en mi cabeza, como lo hacían nuestras pisadas por el corredor de la muerte.

New York Post:

“Truman asesinado brutalmente El cadáver del senador Truman, conocido por defender en el senado la extensión de la Ley de adopción a parejas de homosexuales, fue encontrado junto con el arma homicida en el maletero de un Mercedes Benz azul. El conductor y principal sospechoso, fue interceptado y detenido por un agente de carreteras, de la interestatal”

*La cruda, es el nombre que le dan en México a la resaca, los bebedores de mescal y absenta el día después.